El domingo

2008-05-17

Recuerdo ahora.... sí ahora.... cuando era un niñito, en calzoncillos de tela de estos flojos, con mi peinado tipo "casco", mis piernecitas flacas y ágiles, mis podridos dientes de leche (me faltaban dos), bailando de forma desatada en el salón de mi casa en Finisterre, un domingo, mientras mis amigos pasaban con sus mejores ropas, repeinados, subiendo por la acera de enfrente para recibir su sermón dominical en la iglesia.

Solíamos poner discos de vinilo, con títulos tan variados como "...son tus perjúmenes, mujer, los que me sulibellan...", "...comandante Che Guevara...", "...mis manos en tu cintura...", etc.... El domigo me encantaba. El sábado ya habían puesto La bola de cristal y Dartacán, pero el domingo tocaba Ulises 31. Me gustaba verlo porque los domingos había flan de postre, y así disfrutaba doblemente.

En general era un día casero. Mis padres no salían de casa y yo me dedicaba a los clicks de play mobil, todo el tiempo en calzoncillos. Ya por la noche veíamos la serie Mike Hammer, siempre con mi bocadillo de queso fundido, y mis muñecos de plástico de animales que venían en los Phoskitos, insertados en el chocolate, lo que te obligaba a rechupetearlos para poder jugar con ellos.

Esos sí eran domingos, y no los de ahora (lagrimilla que me corre por la cara)...