La patata

2008-03-28

La cosa más desagradable de la cocina. La más fea. La más sucia. La más deforme. La menos inteligente. La del nombre más simple. Sin embargo, la más imprescindible. Siempre acompaña.

Así es la vida.

Tambien todos tenemos una patata en nuestra vida. Ese compañero de viaje que es más feo que el demonio y aún así, no tiene ninguna gracia. Ese amigo poco higiénico y desaliñado, con peinado acorde, y con menos chispa que una rebarbadora en un tubo de 3" (te da cuen?). El tío que quiere pasar desapercibido y suelta una risa escandalosa fuera de tiempo. Esos son las patatas en nuestras vidas.

Pero ahí están. Siempre en todas las salsas. Cuando no están siempre se nota, falta algo.... no es lo mismo. Si lo pensamos a fondo el mundo es suyo. Los perfectos como nosotros, concretamente yo, dependemos totalmente de un entorno hostil para poder destacar. Es triste, pero es así. Somos lo mejor, pero sólo con una o más patatas a nuestro alrededor.

Creo que hoy..... no me voy a duchar.


El segundo puesto

2008-03-15




....mientras corría, pude ver que mi contrincante directo me estaba igualando y comenzaba a superarme. Apreté mis puños y gané un poco de velocidad, pero acudió a mí un pensamiento filosófico. ¿Qué mejor que el segundo puesto para demostrarme a mi mismo que supero a todo el mundo pero rechazo el dudoso honor de aplastar a mis rivales? No quiero conformarme con un primer puesto, quiero ser el Señor que otorga, y digo, otorga ni más ni menos que una victoria a un pequeño personajillo para que, gracias a mi generosidad grandiosa, disfrute de la pequeña gloria.




Bajé mi ritmo, y empecé a quedar rezagado. Hasta el punto de que dos más me habían atrapado ya. Mis ideas fluían por mi cabeza más rápido que mis propias piernas. Pensé....grandiosa generosidad.....grandiosa generosidad....no sé......acaso son estos dos hombres que se esfuerzan, luchan e intentan lo imposible, a pesar de lo feos que son, por no hablar del olor "fuerte" que despiden, acaso son menos merecedores de mi lástima? Pasad hijos míos, pasad.




El tema es que uno tras otro fui demostrando mi cualidad redentora y de salvación de estos pobres mortales. Cuando me di cuenta, había terminado la carrera. Mi posición, penúltimo. El último, un delgado chaval con una visera con la inscripción "Ferretería Carmiña", que se había caído varias veces y le sangraba la nariz, por lo que llevaba la cabeza girada hacia atrás y le hacía volver al suelo ayudado de sus desatadas zapatillas J'Hayber. No pude hacer otra cosa que acercarme a él y acariciarle su pelo encrespado, y decirle: no pasa nada chaval, otra vez será. En ese justo momento noté un enorme golpe seco en la parte de atrás de mi cabeza, que me hizo cerrar los ojos y caer de bruces en el suelo. Era mi entrenador, con una mala hostia clara a tenor de sus venas hinchadas, sus ojos desorbitados y el rojo encarnado de su cara.




Yo me quedé sentado con cara de tonto en el suelo junto al último en llegar. Los dos sangrábamos ya por la nariz. Quise pensar, filosofar, pero......... no se me ocurría nada. Este cerebro desaparece cuando lo necesito. Mierda.


Vikingo, no te rajes

2008-03-09


Hoy, ha llegado al pueblo Alfredo, el vikingo oneroso. Su ilusión después de un mes de saqueos a 14 poblaciones, violaciones a 54 mujeres y dos hombres, y de tocar el timbre y escapar en 23 casas honradas, su ilusión, decíamos, no es otra que tomarse una buena cerveza nórdica con unos frutos secos de variedad.


Trae importantes nuevas de otros horizontes. Iberia será representada en Eurovisión por la canción del Chiki-chiki, en otro triunfo aplastante del sistema democrático. Obama, un oscuro personaje originario de las Áfricas representará a los demócratas en el país de las vacas y las banderitas al Norte de Cuba. La niña de Rajoy no podrá votar hoy, al menos en esta dimensión. La democracia, piensa Alfredo, qué maravillosa manera de ver el tema.


Entró en su cervecería favorita, La zarzamora, y se encontró desolado. No había gritos, ni carcajadas, ni bonitas canciones épicas. Los tres vikingos presentes, miraban la televisión con un aspecto siniestro, como si miraran a través de ella. Sus bocas estaban entreabiertas, babeantes. Sus barbas estaban rasuradas, sus melenas cortadas en forma de cresta. Sus ropajes ya no eran de pieles sino de algodón y sintéticos, con inscripciones resultonas de dudosa gracia.


Alfredo sacó su espada larga y pesada, y cortó sus cabezas. No con rabia, sino con susto. Como buen vikingo, cuando se asustaba tenía la tendencia de acabar de manera "tajante" con el susto. No era de esos vikingos que se hacen el sueco. Se sentó a tomar su cerveza más calmado, y cambió el canal de la tele. Puso el programa Allá tú, un verdadero programa para vikingos. ¿Qué habrá en las cajas?, sólo Odín puede saberlo...


Me voy a lo mío, que bastante tengo.... (esto lo digo yo, no el vikingo)