Una mañana normal para el heavy de Wisconsin

2009-08-06


En Wisconsin, tierra de pieles y ganado, fríos y largos inviernos influyen en el caracter de los lugareños que lo habitan. Son extrañamente conocidos por responder siempre con una pregunta, o en su defecto con vagas respuestas que no satisfacen la cuestión. Les gusta hablar del tiempo, y sus comentarios sobre el mismo suelen rozar la brillantez de un verdadero experto.

Entre estos curiosos habitantes se encuentra Anthony, conocido en su barrio como "toñito", que se presenta siempre como un heavy. Así sería una mañana cualesquiera:

Toñito se levanta a eso de las 12:30. Es repetidor en el curso de BUP, y como tal no puede llegar a las 8:30 (hay que mantener el status). Tarda uno o dos segundos en abrir los ojos, no por sueño, sino por las pegajosas legañas endurecidas tras 12 horas en cama. Echa un vistazo a su habitación, con sus posters de Iron Maiden, sus calaveras y sus arañas y tarántulas (estas últimas son reales, corretean por las humedas y verdecentes paredes).

Se rasca la entrepierna, y pega un salto desde la cama. Camina a por su ropa, escuchando el traqueteo de sus largas uñas contra el parquet. La ropa, colocada por fechas (la de arriba del montón es la más reciente), oculta el mobiliario de la habitación, según él para ahorrarse limpiar el polvo, y hay que reconocer que tiene razón. Selecciona la mejor para el momento ayudándose de su fino olfato. Le gusta oler bien, o al menos no demasiado mal. Se pasa el dedo por su bigotillo y... ¡aja! ya está vestido, y en sólo 45 minutos.

Corre a desayunar unas tostadas. Al untarlas se le caen al suelo. Como es un chico higiénico no piensa comérselas sin antes soplarles insistentemente. Ahora sí. Cuando va a coger la otra se le cae sobre el perro. ¡REDIÓS! - grita (pero en inglés, REGOD). El perro huye con la tostada en la espalda. Corre tras él. MIERDA, el cinturón... no me lo he puesto - piensa en sus adentros. El pantalón cae vertiginoso, y se desploma en el parquet con el culo en pompa, mostrando una ligera ranura sobre el calzoncillo. Decide no comerse esa tostada. Como es medianamente religioso le da un último beso a la tostada antes de arrojarla a la papelera para no verla más.

Mira el reloj, pero no se lo ha puesto.

Mira el de la cocina. Son las 14:45. La clase ya ha terminado y empiezan los dibujos animados. Bueno qué coño!! - piensa para sus adentros - para algo soy heavy...paso de salir.

Se sienta en su sillón con las piernas abiertas del todo. Su perro se acerca y le lame los dedos llenos de mermelada. Todavía no se ha subido los pantalones. Aparece su madre y lo ve desde la puerta, en esa sugerente postura con los pantalones bajados y el can entre las piernas abiertas de par en par. Su madre se presina, acaricia su bigotillo y sin mediar palabra vuelve a retirarse.

¿Confundida?, no.

¿Enfadada?, tampoco.

Sólo cansina, amigos míos, cansina....

3 respuestas inútiles:

Unknown dijo...

Creo que cada vez las historias se acercan más a parecer palabras inconexas colocadas de forma aleatoria una al lado de la otra sin ningún sentido.

Me recuerdas este relato:

http://www.literaberinto.com/vueltamundo/bibliotecaborges.htm

Charlie dijo...

Eso es vida señores... si le metes un poco de sexo puede ser la vida perfecta...

Charlie dijo...

Por lo menos para los jevis.